2) La primera experiencia coital hetero es sangrieeeentaaaaa... para hombres y mujeres: Lo que puede sangrar es el himen, si se rompe... o el frenillo, si se corta. Pero la verdad es que no todas las primeras penetraciones rompen el himen, no todas las mujeres que no han pasado por el coito tienen himen, y en sí la sangre no es comprobación de nada. En los casos que se rompe el frenillo, los muchachos generalmente ya lo tenían acortado previamente, y se podría haber roto en cualquier otro momento.
El tema con el himen y la sangre aún tiene su importancia en ciertos lugares donde la religión y las costumbres imponen la virginidad como requisito de validez de un matrimonio. Pero... hecha la ley, hecha la trampa, desde hace miles de años. Ya sea fingir la mancha o "remendar" el himen con un par de puntadas, los engaños han estado a la orden del día.
3) Las primeras veces siempre son desastrosas o poco placenteras: Esto depende más de la compañía, de que cada quien elija libremente qué, cómo, cuándo y con quién tener sexo. Muchas veces, si se ha practicado la masturbación conjunta, se ha vivido el sexo oral (dando y recibiendo), etc., la ansiedad que suele jugar en contra va desapareciendo. Pensar la sexualidad como un continuo le quita presión y le suma disfrute. Pero es fundamental el estar cómodos con la propia piel, y que no se avance sexualmente sólo porque se supone que se tiene que tener más experiencia, porque los demás lo están haciendo, porque sino mi papá va a pensar que soy gay (y si lo fueras, qué?), etc.
4) El hombre siente más placer penetrando una mujer virgen: Esto se relaciona con la falsa idea que el sexo deteriora el piso pélvico y "agranda" la vagina. No es así, los músculos pueden deteriorarse por múltiples motivos y con ejercicios de Kegel se los mantiene tonificados. Si ya juega el morbo de ser "el primero", es un tema más delicado y psicológico, donde la mujer se ve como una propiedad que mejor tener de "primera mano" que "usada". Encuadra una objetivación, en todo caso, del otro. En lo personal, si alguien me plantea eso, me da suficiente motivo para mandarlo lejos de mi vida con un voleo en el tuje...
La virginidad, la castidad, son valores culturales que juegan en contra de nuestra naturaleza. Estos valores, hoy en día, se sostienen en base a miedos, prejuicios y presión social, en ciertos grupos. En otros sectores, se fueron al otro extremo, donde mantenerse casto está mal visto entre los pares. Pero lo más sano y disfrutable está, como casi siempre, en el medio y en cada quién. Hacer lo que se desea, explorar con el otro, respetando los tiempos mutuos y entendiendo que hasta el polvo de una noche no tiene por qué ser descuidado e incómodo.
Somos seres que juegan con su sexualidad, y tenemos la posibilidad de portarnos "mal" cuidándonos bien...
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