Se le da a un objeto, a un rol, a un olor o a una
parte del cuerpo una carga sexual fuerte.
El placer se ve facilitado por ese fetiche, por esa
pequeña cosita inofensiva (pero en muchos
casos, vergonzosa o tabú)
Freud explicaba el frecuente fetiche de los pies y los zapatos femeninos como derivado del complejo de castración. Mami me amenaza con cortarme los genitales si sigo mostrándome como nene sexuado, me da miedo, miro hacia abajo avergonzado y mi vista se encuentra con sus pies calzados con zapatos. La libido se desplaza a ese objeto y voilá, bienvenido fetiche.
No creo que sea tan así...
Se creía que sólo los hombres podían tener fetiches. Creo que la realidad misma desmiente ese mito... no habría mujeres que gusten del Pony o Pet Play... o de lamer pies, si fuera así (por sólo poner un par de ejemplos)
A veces es algo tan sencillo como salirse del yo habitual por un rato. Sentir, sólo eso...
Etiquetas:
Fetiches
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
0 comentarios:
Publicar un comentario