Sexo, lluvia y poesía...

Llueve... espera, no duermas.
Estate atento a lo que dice el viento,
y a lo que dice el agua que golpea
con sus dedos menudos en los vidrios.
Todo mi corazón se vuelve oídos
para escuchar a la hechizada hermana
que ha dormido en el cielo,
que ha visto el sol de cerca,
y baja ahora elástica y alegre de la mano del viento,
igual que una viajera que torna
de un país de maravilla.
Cómo estará de alegre el trigo, amante.
Con qué avidez se esponjará la hierba,
cuántos diamantes colgarán ahora
del ramaje profundo de los pinos.
Espera, no te duermas.
Escuchemos el ritmo de la lluvia.
Apoya entre mis senos tu frente taciturna. 
Juana de Ibarbourou


 Siete días largos la lluvia monótona
Golpeó mi ventana.
Siete días largos.
El corazón mismo se llenó de lágrimas.
Nubes en los labios,
En el pecho sombras,
Libros en las manos, las mejillas blancas ...
Siete días largos ...
Las aceras húmedas, los negros paraguas.
Hoy nacieron cuatro rosas purpurinas
Y están en mi cara.
Oro de los cielos puso ruiseñores
En todas las jaulas.
Sangre borbotea, los pies no se apoyan,
La carne es estrecha y el alma rebalsa
Fluido que ahoga me rodea el cuerpo:
Abierto los poros no retengo el alma.
¡Oh, lástima, lástima!
Tanta primavera que no logra taza
Para ser bebida.
Tanta primavera que no logra llama
Para ser quemada.
Tú, ¿dónde te ocultas, tú, que no has logrado
Todavía telas, redes, cribas, mallas,
Donde enredarían mis flores azules
Vencidas de amores a dulces palabras?
¿Dónde las dos manos de acero y de seda
que me tomarían en esta mañana
solar, para nunca soltarme las manos
que habrían de hacerme roja siendo blanca?
¡Oh, mi primavera que logró su alma
Oh, mi primavera en sus manos fuertes
Perdida y gustada! 

Alfonsina Storni







Maldije la lluvia
Maldije la lluvia, que, azotando mi techo
no me deja dormir

Maldije al viento, que me robaba las flores de
mis jardines.
Pero tu llegaste y alabé la lluvia. La alabé
cuando te quitaste la túnica empapada. 
Pero tu llegaste y alabé al viento.
Lo alabé porque apagó la lámpara.

Wu King (s.XIX)


Ligera vengas o ligera marches:
Aunque tu corazón te augure pena,
Valles y muchos soles consumidos,
Oréade, deja que tu risa brote
Hasta que el atrevido aire alpino
Rice todo tu pelo flameante.

Ligera, ligera... Siempre así:
Las nubes que ciñen los valles profundos
A la hora del lucero vespertino
 Son los siervos más sumisos:
Amor y risas la canción confiesa

Cuando está el corazón más abatido. 

James Joyce









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